Respondiendo a la primer interrogante me parece que sí, el excluir la disforia de género para no considerarla enfermedad ha logrado normalizar este tipo de conductas o buscar que se normalicen a pesar del sentimiento que lleva al paciente (muchas veces con un fondo psicológico más importante) a no buscar salir del problema sino a querer aceptarlo aún en contra de su sentir.
El primer problema bioético aquí es que no se indaga a fondo la causa o el origen de la expresión sino que simplemente se complace el efecto y se ignora que el resultado puede nunca ser satisfactorio porque el paciente jamás logrará erradicar la causa de su malestar.
© 2024 Cátedra Internacional de Bioética Jérôme Lejeune